Regresé al hotel en torno a las dos de
la tarde, con un sol de justicia que me hizo recordar que para algo había
comprado mi galabeia y que tenía un turbante, pero al ir por una zona turística
me resistí esa mañana a vestir a la usanza egipcia. Este fue un error que no
debí cometer, pero tampoco resultó demasiado grave.
Gran Columnata de Amenhotep III. Templo de Luxor |
Algo sucede con Karím, ya llevo con él
varios días en una convivencia muy estrecha y su mirada resulta extraña, su
actitud no me parece normal. Imagino que ha hablado con su familia y que tendrá
algún problema, así que directamente le pregunto.
Me dice que en su casa están bien, que
no hay ningún problema. Bien, le digo, pero me parece que algo te preocupa. Lo
niega pero yo sé que algo sucede. En fin, lo que sea ya saldrá.
Le explico, porque me lo pregunta, lo
que he estado haciendo y de algún modo mientras le cuento mi paseo, pienso que
hay algunos asuntos que tenemos sin resolver.
Quiero, le digo, que lleves contigo
siempre encima estas 200 libras, son para que siempre puedas tomar un taxi o
volver a Cairo, o lo que nos pueda hacer falta.
Billetes egipcios de 5 piastras a 100 libras |
Antes de que se las dé las quiere rechazar,
pero le explico que es absurdo que yo lleve todo el dinero encima, que a mí me
puede suceder cualquier cosa y entonces él tendría que registrarme para poder
tomar un vehículo o acudir a cualquier lugar a pedir ayuda. Que puedo perder mi
cartera o nos pueden robar en cualquier mercado y vernos ambos en una difícil
situación por no llevar dinero encima. Llevando dinero los dos es más difícil
que tengamos problemas.
Me dice que cada día podemos repartir
algo de dinero entre los dos, para no tener problemas, pero que no quiere ese
dinero. Ese dinero, le digo, lo tienes que llevar contigo, si un día nos
enfadamos o si te cansas de este viaje, quiero que puedas volver a Cairo sin
pedirme nada ni dar explicaciones.
Karím está extrañado, pero le explico
que viajar es algo muy complicado y que no todo el mundo tiene la tolerancia
necesaria para convivir en un viaje, que no quiero que tenga el más mínimo
problema en sentirse siempre libre y que ese dinero es independiente de lo que
tenemos presupuestado para gastar cada día. Desde ayer, mi viaje es tu viaje,
le digo, así que el dinero que está presupuestado para el viaje también es tu
dinero. Me dio las gracias por mis palabras y ahí quedó la cosa. Pero yo sabía
que algo le pasaba y aunque me sentía muy bien con él y si se hubiera marchado
lo habría sentido mucho, siempre que voy de viaje pienso que es posible que me
quede solo y por eso no me gusta compartir maletas cuando viajo acompañado. Mis
cosas, mis tickets, mis documentos los llevo yo.
Donde fueres haz lo que vieres |
Aprendí hace muchos años que si a una
persona le das libertad, confianza y capacidad de decisión, suele devolverte
responsabilidad y competencia. Existe el riesgo de que te defraude, pero ahí se
aplica el criterio de no poner todos los huevos en la misma cesta. Siempre arriesgas
una parte de lo que tienes, nunca arriesgas TODO lo que tienes, por otra parte
yo estaba a esas alturas tan seguro de Karím que las prevenciones que tomé
nunca lo fueron respecto de él, sino más bien por cualquier eventualidad que
pudiera ocurrirnos en el viaje.
Ante el templo de Luxor con galabeia y turbante |
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