La Mukatan es el lugar
"especial" al que me lleva Karim la noche del día 1 de octubre. Sobre
las ocho llega a mi hotel, yo he subido para cambiarme de calzado ya que las
sandalias no me parecen seguras para esta noche después de haber sorteado las
inmundicias camino del sastre. Karim aparece con su sonrisa y le digo que ya he
estado con mis amigos cristianos pero que no podrán acompañarme en el viaje a
Alto Egipto, que no he podido ir al Museo Egipcio y que iré a la mañana
siguiente, que me gustaría acostarme a una hora razonable y un montón de cosas
más que, o no me entiende o le dan igual, el ya sabe lo que vamos a hacer.
Vamos a ir a la Mukatan, un lugar estupendo para ver Cairo por la noche.
Cairo desde la Mokattam al anochecer |
De camino a Tahrir Square le cuento lo
de la galabeya y lo que he hecho durante el día. El, por su parte ha estado en
casa sin hacer nada, yo no he podido dormir más que 4 horas, el ha dormido
cuanto le ha parecido bien. Yo he comido lo que ya os conté, casi nada, él ha
desayunado a las 5 y media de la tarde en casa y viene descansado, bien comido
y con fuerzas.
Karim, que tengo hambre. No te
preocupes, me dice, ahora comemos algo. Bajamos hasta Tahrir Square y no puedo
dejar de contemplar los escaparates repletos de dulces, esos dulces árabes que
van bien provistos de estupendas almendras y miel. También puedo ver las
heladerías, los niños van comiendo helados que en ese momento me parecen
gigantes, todos los que veo llevan por lo menos cuatro bolas. Los zumos de
mango y de caña de azúcar, los bocadillos de los restaurantes de ramadán, pero
seguimos andando. Una vez en la plaza, lo mismo que hicimos ayer, dos gritos y
ya estamos montados en un microbús, no sé adónde vamos pero la ruta es
distinta, otro microbús y por fin llegamos a lo que supongo será nuestro
destino, pero no, hay que andar un poco más y tomar un tercer microbús. Ahora
veo un Cairo todavía más pobre que el día anterior, polvoriento, maloliente,
sin asfalto, con calles en las que los animales de tiro compiten con los automóviles
por un pequeño espacio que hay que compartir con viandantes. Esto no es el
centro de Cairo, aquí no hay tanta gente en las calles, es más, se aprecian
cruces cristianas donde debería haber mezquitas. Al venir he reconocido la
Ciudadela, pero después la carretera ha ido serpenteando y ahora no tengo ni
idea de por dónde estoy, sé que debo estar al este de Cairo, no hemos cruzado
el Nilo y, desde luego no he visto las pirámides, que están al oeste.
Las calles están vacías, no hay el gentío
habitual, la iluminación pública es escasa. Llegamos a nuestro destino, nos
apeamos del microbús y el hambre que tengo ya es irresistible. Necesito tomar
algo.
No hay problema, me dice Karim, ya
estamos llegando, así que, qué te apetece? me dice mientras señala en una
especie de kiosko las bolsas de aperitivos. ¿Qué me apetece? Sí, quieres las
patatas fritas con sabor a cebolla, especiadas, naturales?. Quiero cenar, le
digo. Esto es cenar, esto es muy bueno.
Lo mato, estoy muerto de hambre, hemos pasado
por lugares llenos de comida y me tengo que conformar con una bolsa de patatas
fritas. Este tío va a acabar conmigo. Eso sí, las patatas las paga él, no puede
consentir que sea yo quien pague.
El olor es el propio de la carnicería de
un mercado árabe, ya lo sabéis quienes lo habéis frecuentado, la comida es una
bolsa de patatas fritas, pero el lugar, ¿cómo será el lugar?.
Aspecto de los accesos a la Mokattam durante el día |
Nos encaminamos por una cuesta hacia
arriba, hay poca iluminación y puedo ver coches aparcados en los que imagino
hay algunas parejas "pelando la pava" que es como se dice en la
huerta de Murcia.
Tío, este sitio al que me traes ¿qué es?
Por supuesto no hay una respuesta convincente, me dice que es un sitio que está
muy bien. Decido preguntarle de otra manera, ¿Esto es un sitio a donde van las
parejas por la noche? Sí, claro, me dice (la madre que lo parió, pienso yo,
pero qué hacemos aquí?) vienen parejas y vienen las familias, con los niños.
Aquí hay muchos cristianos, me dice. Uffffffffffff, respiro.
Por fin puedo distinguir lo que parece
una terraza, está a pleno aire, a la intemperie, y al fondo se puede ver todo
El Cairo, con los millones de luces que por la noche brillan normalmente, y algunas más que brillan por Ramadán, como esas guirnaldas verdes que lucen en los minaretes de las mezquitas.
Estamos en una pequeña planicie y, ante nosotros, se encuentra un precipicio de varios cientos de metros. Tomamos una mesa, nos sentamos en las sillas dispuestas alrededor, familias, parejas, se encuentran tomando helados y zumos. El lugar está muy concurrido, todo Cairo se encuentra a nuestros pies, con tan solo salvar cientos de metros de acantilado y miles de toneladas de basura. Por toda protección para no caer... nuestro instinto.
Estamos en una pequeña planicie y, ante nosotros, se encuentra un precipicio de varios cientos de metros. Tomamos una mesa, nos sentamos en las sillas dispuestas alrededor, familias, parejas, se encuentran tomando helados y zumos. El lugar está muy concurrido, todo Cairo se encuentra a nuestros pies, con tan solo salvar cientos de metros de acantilado y miles de toneladas de basura. Por toda protección para no caer... nuestro instinto.
Viene el camarero, hay que pedir algo de beber, de comer no sirven nada. Otro té no, por favor, solo he tomado té en todo el día. ¿Es posible pedir un zumo de mango? Síííííííí. Menos mal, el zumo de mango está lleno de pulpa, está riquísimo y es como si te comieras la fruta, así que me lo tomo con las patatas fritas y mi estómago lo agradece. No he cogido diarrea pero, ¡¡¡¡¡¡¡¡cómo la voy a coger, si solo bebo té y no como!!!!!!!!
El zumo es tremendamente generoso y yo
voy recuperándome un poco, las patatas están riquísimas, o a mí me lo parece, Karim
me ve con tanta hambre que me ofrece las suyas.
Una niña se nos acerca, Karim la conoce,
me cuenta que hace unos días estuvo aquí y que la niña se acerca a tomarse lo
que la gente se deja en los botes de refresco o en los vasos, me quedo de
piedra y ya no sé qué hacer con lo que me queda de zumo. Pero Karim me dice que
no, que la niña una vez que se ha tomado lo que sea comienza a burlarse de la
gente, así que hoy no le dará nada.
La niña es preciosa, sucia y con cara de
mala, o sea, preciosa. Delgada y con ojos que brillan como enfebrecidos,
negros, grandes.
Juega con nosotros, nos hace reir, Karim
le dice, según me cuenta, que no la deja tomarse lo que le queda en su bote de
refresco porque primero tiene que pedirle perdón por lo que le dijo el otro
día. Ella pone cara de niña buena, le dice algo y Karim le da lo que queda en
una de las bolsas de patatas y el resto de su refresco. Cuando la niña se lo ha
tomado tira el bote al precipicio, allí se reúne con las toneladas de basura
que deben estar esperando a que la montaña caiga y las oculte para siempre.
Antes de irse, para no defraudar, comienza a decirle a Karim alguna grosería,
jajajaja, por lo visto lo hace siempre. Karim se ríe y yo también. Un camarero
llega, coge a la niña por los brazos y hace ademán de tirarla por el
precipicio, la eleva en el aire, la niña se agarra con sus piernas a las del
camarero que, riendo, la deja en el suelo. Al parecer la niña es habitual del
lugar, a falta de espectáculo de derewiches está ella.
Como ya no hay mucho más que hacer en
nuestra mesa y nos están sirviendo las shishas, la niña se marcha a incordiar
un poco en la mesa de al lado, la seguimos con la mirada hasta que comenzamos a
fumar.
A nuestros pies El Cairo, yo creo que
estoy en el Este y medio adivino el curso del Nilo, así era, pero la Ciudadela
quedaba a nuestro sur, estábamos entre el este y el nordeste de Cairo y la
ciudad aparecía gigantesca ante nuestros ojos.
Pese a la iluminación podemos contemplar
las estrellas, hay tres estrellas que forman una hilera y que yo reconozco, por
contra no encuentro a Casiopea.
Karim no sabe cómo se llaman, pero
siempre ve esas tres estrellas. Yo no sé como se llaman pero sé que en España en
ocasiones las veo deben ser los Reyes Magos, cuando las vea siempre me
recordarán a Egipto.
Deben ser más de las doce de la noche,
sé que hay unas iglesias cristianas muy cerca, pero no puedo verlas, que están
como excavadas en las paredes de la Mukatan, pero habría que ir de día a
verlas. Bueno, otra vez será, tenemos que emprender el regreso. Pagar la cuenta
es imposible, otra vez me invita Karim, esto ya es excesivo, pero no hay manera
de convencerlo, dice que no es nada.
Una de las gigantescas iglesias coptas excavadas la Mukattam |
Llegamos de nuevo a centro del Cairo, la
verdad es que lo he pasado muy bien, hemos estado hablando de mil cosas y la
niña suspendida en el aire, con su cara de mala, sobre aquella barranquera de
basura ha sido inenarrable. Pero tengo hambre.
Mi única esperanza a estas alturas es
llegar a las 3 de la mañana, sé que Karim tendrá que comer porque poco más
tarde comenzará su ayuno. Hoy no hay amigos, hoy no hay bocadillos. Ganas me
dan de ponerme a pedir comida a las familias que están por allí, pero aguanto
como puedo con el zumo de mango.
Nuevamente tenemos que tomar microbuses
para ir al centro, pero esta vez, mis plegarias son oídas, así que llegado un
momento tomamos un taxi en lugar de un nuevo microbus. Karim me advierte que no
abra la boca en todo el camino, o querrán cobrarnos más por el taxi, así lo
hago, viajo en silencio, con la cabeza apoyada contra el cristal, y la mano en
mi cabeza, es como si estuviera enfermo, aunque en realidad lo que estoy es
hambriento.
Para el taxi, nos bajamos y MILAGRO, un
Pizza Hut, luego sabría que era el lugar favorito de Karim para cenar. Una
pizza chicken supreme y pepsi para él, lo mismo con agua para mí.
Le explico a Karim que tengo, que quiero
ir hacia Alto Egipto el próximo martes y que no tengo con quien ir y le
pregunto si él vendría conmigo. Yo estaría encantado de que viniera conmigo,
pero como no me contesta le digo que no voy a insistirle, entiendo que es
Ramadán y tendrá que estar con su familia.
Me contesta que no, que su madre está en
Alejandría y que sus hermanas y él están con sus tíos mientras su madre está
fuera, pero que no puede venir conmigo.
Bueno, pensé para mí, ya veré lo que
hago, total cuando salí de casa lo hice solo y ya me buscaré la vida, pero
estamos forjando una amistad que no quiero que se rompa y egoístamente me
vendría muy bien ir con un tipo tan listo como Karim.
Es la hora, ya amanece, Karim no puede
comer ni beber, tomamos un taxi para el hotel, por supuesto es Karim quien paga
en el pizza hut, con lo que ya comienza a ser bastante molesto, nunca me ha
dejado pagar y es un chaval con 19 años, estudiante.
Antes de subir al hotel me pregunta que
para qué quiero ir a Alto Egipto, le cuento un poco mi idea del viaje, ver
templos, ir por el Nilo en motonave, llegar a Abu Simbel y volver a Cairo para
completar mis visitas a las pirámides.
Me dice que para qué quiero ir a ver
piedras, que los templos son muy viejos, que si estoy de vacaciones es para
disfrutar, tendría que irme a las playas de Alejandría o mejor a Sharm el Seikh.
Le contesto que Egipto es la cuna de la
civilización mediterránea, que 12 millones de personas de todo el mundo vamos
cada año a Egipto para ver esas piedras y esos templos viejos, que aunque tengamos
culturas distintas, también él debería conocer las cosas que hay en su país que
lo hacen inigualable a cualquier otro país del mundo.
Me pregunta entonces qué es lo mejor que
hay en Egipto. La respuesta era sencilla, lo mejor de Egipto es la gente.
Con un ramadan fanous, farolillos típicos que este mes de costumbres nocturnas, iluminan el mundo musulman |
Nos despedimos hasta el día siguiente,
(ya lo de los besos y abrazos, lo de ir del brazo por la calle ni os lo
comento, pero como podréis imaginar, si somos amigos y estamos en El Cairo... tanto
tiempo después, ahora lo echo de menos) con la promesa que le arranco de
pensarse lo de venir conmigo en mi viaje subo a mi hotel a intentar dormir un
poco. Deben ser las cinco y media de la mañana, a las 11 tengo que ir al Museo
Egipcio, pero ¿quién puede dormir después de haber tomado tanto té? Esta noche no hay más remedio así que echo
mano de un diazepán y pasado un buen rato consigo dormir, cuatro horitas y
media, todo un lujo.
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